Con profunda tristeza y un inmenso peso en nuestros corazones, recordamos y honramos la vida de Federico Ferrer, un ser querido que nació en Chocó, Quibdó, el 9 de septiembre de 1948, en el seno del hogar de César y Matilde.
Su presencia iluminó nuestras vidas con su calidez y amor incondicional. Federico, o Fefe como cariñosamente lo llamábamos, fue mucho más que un ingeniero civil exitoso; fue el pilar de nuestra familia, un hombre cuya bondad y dedicación a sus seres queridos era incomparable.
Su trayectoria profesional lo llevó a recorrer muchos lugares de Colombia y cruzar fronteras hacia Venezuela, pero su mayor logro siempre fue su familia.
Su unión con María Helena, su amada esposa, hace 42 años, fue el inicio de un hogar lleno de amor y unión. Juntos, formaron un vínculo indestructible que trascendió el tiempo y las adversidades. Sus hijos, César y Mario, fueron el reflejo de su amor y dedicación, y juntos construyeron recuerdos que permanecerán grabados en nuestros corazones por siempre.
Fefe no solo desempeñó el papel de esposo y padre con gracia y amor, sino que también asumió el rol de abuelo con devoción y ternura desde el primer momento. Sus nietos fueron la luz de su vida, y su presencia en sus vidas fue un regalo invaluable que siempre será recordado con cariño.
Además de su familia inmediata, Fefe también abrió su corazón y hogar a sus sobrinas, brindándoles amor y apoyo como si fueran sus propias hijas. Su generosidad y calidez eran inigualables, y su partida deja un vacío imposible de llenar.
Aunque su ausencia nos duela profundamente, encontramos consuelo en la fe y en las promesas de Dios. Sabemos que algún día nos reuniremos con él en un lugar donde no hay más dolor ni separación, donde su amor eterno continuará brillando sobre nosotros.
Fefe, siempre te recordaremos con amor y gratitud en nuestros corazones. Tu legado de bondad y amor perdurará en cada uno de nosotros, y cada recuerdo compartido será un tributo a la vida extraordinaria que viviste. Que tu alma descanse en paz, sabiendo que fuiste amado más allá de las palabras y extrañado más allá de la medida.